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domingo, 31 de enero de 2010

Eres nostalgia.

"Eres nostalgia"
Cuento corto de: Ligia Melo Martínez.


Desde esa parte de la habitación, frente al ventanal, podía ver el horizonte a través del cristal limpio y transparente.  Sin lugar a dudas se podía adivinar que se acercaba una tormenta.  El cielo se cubría de enormes nubes grises y el mar se tornaba en un azul marino más oscuro.  Parecía como si las crestas de las olas arrastraran un velo de encaje.  Los arboles danzaban movidos por el viento.  Las hojas, aún verdes y lozanas, se desprendían de los tallos.  Algunos papeles, esparcidos por el patio, volaban al antojo de la fuerte brisa.
Miró distraídamente la pantalla de la computadora.  Fijó su atención en la carpeta en la que guardaba todo lo que había escrito en los últimos meses.  Poemas y relatos que reflejan sus sentimientos de dolor, pena, soledad y tristeza.  No quería abrirla.  La noche anterior se había prometido que no los leería nunca más y hoy pensaba igual.  
Todavía le amaba. La nostalgia era tan intensa que la podía sentir hasta en su piel.  El verano pasado, cuando se conocieron, se juntaron dos almas gemelas que siempre habían luchado contra una sociedad cerrada e intransigente que no les aceptaba.  Mientras duró su relación estuvieron como envueltos en una nube en la que solo estaban ellos dos.  Las horas las pasaban en largas caminatas, patinando o leyendo lo que se escribían el uno para el otro.  Entre caricias y besos apasionados, no llegaron a nada más, se decían palabras hermosas pero nunca se juraron amor eterno.  Cuando se separaban sus conversaciones continuaban a través del teléfono hasta altas horas de la noche. 
Sabían que su relación estaba condenada a ser efímera.  Terminadas las vacaciones sus vidas tomarían rumbos distintos.   Aún no estaban preparados para enfrentar al mundo. Quizás para el resto de los mortales una relación así no tendría que marcar tanto a una persona pero, en su caso, había una justificación; era su primer verdadero amor.  
 “Amor que nunca me diste de tu cuerpo nada…”  Pensó que ese sería un buen verso para comenzar un poema.  Sus recuerdos alcanzaban y sobraban para llenar todas las páginas en blanco que quisiera.  Solo tendría que dejarse llevar por los senderos que ellos le marcaran.
Abrió el programa de computadora que utilizaba para escribir.  Al comenzar un poema los versos y estrofas surgian de su mente y tomaban vida propia en el fondo blanco del Word.


Escribió…


 “Eres nostalgia“
Amor que nunca me diste
De tu cuerpo...nada
Amor que llenaste
De recuerdos mi alma
Amor que a mi llegaste
Cuando menos te esperaba
Amor que por intenso
Amor, eres nostalgia.

Amor que le indicaste
Un nuevo rumbo a mi alma
Amor, eres el latido
Que mantiene mi esperanza
Amor que no has vuelto,
Aún yo te esperaba...
Amor de mi infinito
Amor de mi nostalgia.

Amor que no recibiste
De mi cuerpo…nada
Dejaste tus raíces
Profundas en mi alma
Amor que ya no vuelves
Amor que se me escapa
Desde que te alejaste
Amor,…eres nostalgia.



Las lágrimas no paraban de brotar.  Las letras danzaban, se diluían y casi se borraban ante sus ojos.  La decisión estaba tomada.  Este sería el último poema que le escribiría a aquel amor.  Era como un exorcismo.  
Entró el Word en la carpeta.  Pasó el ratón, presionándolo y la carpeta quedó dentro de un recuadro.  Luego, sin el más mínimo titubeo,  le dio un clic y después otro clic a “borrar”  y todo desapareció para siempre en el espacio cibernético.  
La lluvia seguía cayendo, continua y monótonamente. Pero dentro, muy adentro de su alma, ya había salido el sol.